La inmigración en España, ha ido en aumento desde la década de los 1990, convirtiéndose en un fenómeno de gran importancia en la demografía y la economía nacionales. Según el censo INE 2007, el 9,93% de la población de España es de nacionalidad extranjera.
Por ello, decir que vivimos en una sociedad cada vez más diversa no debe sonar raro, ya que la imagen de la diversidad se va imponiendo en la sociedad y en los colegios. Sin embargo, lograr que esta diversidad sea enriquecedora es un desafío para todos y un objetivo que nuestras familias y centros educativos deben afrontar. Y para que así sea, debemos mantener una mente abierta para conocer a aquellos con quienes convivimos.
Haré una pequeña parada en la definición del concepto de Cultura. Según la Nueva Enciclopedia Universal (2005-Editorial Durvan): “Por cultura se entiende un modo de vida que se transmite entre los hombres de generación en generación a través de la educación…”. La forma de transmitir las costumbres, la cultura, a través de la educación es una característica distintiva del hombre y mujer, es decir, de la raza humana.
Entendemos por “Cultura”, una forma de vida, unas costumbres, unas normas,… que se transmiten de padres/madres a hijos/as.
Y cada grupo de personas, independiente del motivo que les una, tienen sus propias costumbres, lo que puede entenderse claramente al comparar dos familias cuales quieran, sus costumbres difieren, tanto para comer, divertirse, sus normas, sus prioridades… son desiguales; o al comparar dos empresas, aunque se dediquen a un mismo objetivo, su funcionamiento tiende a ser diferente.
Y es que cada persona aporta conocimientos, pensamientos y una forma peculiar de entender la vida y de vivirla. Y cualquier grupo de personas es único. Siendo estos grupos incomparables, ya que no se puede cuantificar la valía de ninguno de ellos, pudiendo ser infinita.
Parece claro por tanto, que todos estos grupos pertenecen a una cultura única y común, la humana, en cuyo interior se encuentran infinidad de culturas.
Para afrontar el desafío del que hablaba antes, debemos entender lo diferente como un elemento de enriquecimiento social; y defender la libertad para elegir y proteger la propia identidad e intentar conocer al otro, fomentando un mayor acercamiento. Todo ello nos ayudará a sentir que el diferente no es un desconocido y a valorar lo positivo de su persona y de su cultura, y viceversa.
Lo que en ocasiones nos llevará a desenmascarar ideas preconcebidas y prejuicios sobre este grupo o aquel y abrirnos a lo que cada persona nos ofrece de sí misma independiente de su condición o procedencia.
Y para llevar a cabo de forma real esta interesante idea, debemos centrarnos en los aspectos comunes que compartimos más que en las diferencias que existan.
Nuestra sociedad actual es Multicultural, que no significa otra cosa que confluyen diversas culturas en un mismo espacio territorial. Convirtiéndonos en un país multicultural, pudiendo comprobarse en nuestros barrios, en los colegios, en los diferentes oficios,… en los que nos encontramos a personas de diferentes razas, países, lenguas,… de diferentes culturas que se intentan hacer un hueco para vivir con dignidad.
Aunque la falta de trabajos para todos ha generado en determinadas zonas, violencia y delincuencia. Y para combatirla desde los centros se intenta educar en la multiculturalidad. Educándoles en el conocimiento de las culturas mayoritarias que conviven en nuestro país. Igualmente se intenta fomentar que conozcan la cultura nuestra, y podamos enriquecernos todos con las aportaciones de una y de otra.
Y en este enriquecimiento encontramos limitaciones, ya que son muchas familias las que no ven con buenos ojos que sus hijos/as se encuentren en las mismas aulas que personas de color, chinos, rumanos, musulmanes, gitanos,… queriendo cerrar sus ojos a la realidad de nuestra sociedad. Siendo necesario que se les eduque en el escenario en el que vivimos.
La diversidad en las aulas es, de todas las dificultades, quizá la mayor que encuentran maestros/as en su trabajo diario. Cómo organizar una clase en la que hay niños/as de diferentes culturas, edades, capacidades físicas e intelectuales no es tarea sencilla.
En algunos colegios existen más de 21 nacionalidades diferentes, como ocurre en centros de Madrid y Almería. Y en torno a esta realidad se suceden diferentes opiniones públicas, entre ellas encontramos las familias españolas que cambian a sus hijos/as de centros a otros privados, otros que no conciben la necesidad de ofrecer la religión distinta a la católica,… en definitiva una oposición ante dicha realidad.
Y ante esta situación, después de todo lo dicho anteriormente, solo me cabe indicarles, que por experiencia propia, los centros públicos no tienen nada que envidiarle a los privados, ni viceversa. Ambos trabajan los valores y enseñan a vivir, además de ofrecerle un amplio abanico de conocimientos y experiencias. En ambos los profesionales se forman para dar la respuesta necesaria a los cambios actuales.
Y tanto en centros públicos como concertados y/o privados, cuentan con población extranjera, con diversidad en sus aulas, ante la que debemos aunar aspectos comunes de las diversas culturas como punto de partida hacia una sociedad más tolerante, tomando la diversidad como enriquecedora.
Autora: Rosa Rodríguez (Pedagoga)
