La enfermedad es actualmente la primera causa de discapacidad permanente en la edad adulta.
El ictus afecta cada año a entre 120.000 y 130.000 personas, lo que significa que cada 6 minutos se produce un ictus en nuestro país.
Uno de los datos epidemiológicos más preocupantes es que aparece cada vez en personas más jóvenes, incluso de 35 y 40 años. De hecho, hay entre 10.000 y 15.000 menores de 55 años que la padecen. Con el fin de protocolizar actuaciones sobre la prevención y la atención inmediata del ictus, han tenido lugar las III Jornadas Nacionales de ICTUS en Atención Primaria, organizadas por el grupo de ictus de SEMERGEN y celebradas en Murcia del 15 al 17 de abril.
Además, el ictus es actualmente un problema de gran importancia porque es la primera causa de discapacidad permanente en la edad adulta, debido a las secuelas que deja en los afectados, que les limitan en sus actividades de la vida diaria. De hecho, actualmente más de 300.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus.
Respecto a la mortalidad, cada 15 minutos se produce una muerte en España por esta patología, siendo así la segunda causa de muerte en hombres y la primera en mujeres. También destaca el hecho de que de los afectados menores de 55 años fallecen el 9,3%.
Con estas cifras encima de la mesa y las previsiones de envejecimiento en nuestro país, se espera que la incidencia y prevalencia del ictus vaya progresivamente en aumento. Además, si tenemos en cuenta las estimaciones que auguran una disminución de la mortalidad por esta causa, habrá un mayor número de pacientes con discapacidad secundaria. Por ello, una de las herramientas para atajar esta situación son “las medidas de prevención primaria y secundaria, la necesidad de la actuación neurológica urgente en Unidades de Ictus, la aplicación de los medios diagnósticos y terapéuticos más eficaces y la articulación de programas de rehabilitación y reinserción eficaces”, explica el doctor Eduardo Carrasco Carrasco, presidente del Comité Organizador de las Jornadas.
Prevención y tratamiento
En cuanto a las medidas de prevención a tener en cuenta, el control de la hipertensión arterial es una de las más sencillas y efectivas: “Se ha demostrado que cuanto más bajas son las cifras tensionales menor es el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular”, afirma el doctor Armando Santo González, vicepresidente del Comité Organizador de este encuentro científico, quien insiste en que “si para alcanzar este objetivo hay que actuar intensamente insistiendo en medidas higiénico dietéticas, aplicando tratamientos farmacológicos con dos o más fármacos, aumentando el número de contactos para el control y seguimiento, no lo debemos dudar; el beneficio siempre es mayor que el esfuerzo a realizar”.
Respecto al tratamiento, durante mucho tiempo la atención al paciente con ictus, según recuerda el doctor Carrasco, “se limitaba a ofrecerle unos cuidados básicos, esperando a la evolución natural del cuadro en la fase aguda; sin embargo, a finales de los años 90 la situación ha experimentado un cambio importante, al demostrarse que los pacientes pueden beneficiarse en el pronóstico si les ofrece la posibilidad de recibir tratamiento fibrinolítico y son atendidos en las primeras 48 horas iniciales en unidades de ictus”.
Una vez tiene lugar la enfermedad, los expertos subrayan que la rehabilitación precoz y sostenida en el tiempo sigue siendo una de las tareas en las que hay que insistir para la mejora de la calidad de vida de los afectados.
Las mujeres, más afectadas
Un hecho destacable del encuentro es que dos de las mesas estuvieron centradas, en esta edición, en la mujer. Por un lado, en su papel de cuidadora, ya que sobre ella recae básicamente la atención del paciente cuando es dado de alta del hospital. Y por otro, como enferma. “Los ictus son más graves en la mujer y las consecuencias peores porque suelen darse en edades más avanzadas y suelen ser episodios de mayor gravedad, con más complicaciones médicas y mayores secuelas”, explica el doctor Armando Santo.
En esta línea, el doctor Carrasco subraya que “en la mujer son más frecuentes las enfermedades cardioembólicas, como la fibrilación auricular, mucho más letales en el desarrollo de accidentes vasculares en el cerebro al producir ictus más extensos, frente al predominio de factores más ateroscleróticos en los hombres; además, otro factor de riesgo, la HTA es más frecuente en la población femenina”.
Los expertos señalan que además los efectos invalidantes también son diferenciales y en la mujer se dan con más frecuencia la afasia, la disfagia y las alteraciones visuales: “Esto hace que se alargue el período de hospitalización”, concluyen.
Estas diferencias en el ictus entre el hombre y en la mujer están, en parte, motivadas “porque se reconocen factores de riesgo y enfermedades específicas que pueden producir ictus en la mujer como por ejemplo el embarazo, el postparto o la menopausia”, asegura la doctora Ana Morales Ortiz ponente de esta mesa en las jornadas y coordinadora de la Unidad de Ictus del Hospital Virgen de La Arrixaca, de Murcia.
Papel del médico de atención primaria
Otro tema debatido en este encuentro es el papel del médico de atención primaria. Para el doctor Carrasco Carrasco, su intervención es esencial en la prevención, reconocimiento de la enfermedad y control del enfermo tras el ictus. “Es uno de los profesionales que promociona los estilos de vida saludables -señala- además de establecer una estrategia de prevención y seguimiento de los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, la diabetes, la hipercolesterolemia o las arritmias cardíacas”.
El facultativo de AP también posee las habilidades necesarias para reconocer los signos de alarma y actuar así rápidamente minimizando las consecuencias del ictus. “El médico de Atención Primaria “explicó el presidente del Comité Organizador de las Jornadas- está capacitado para su manejo, siempre en consonancia con el cardiólogo. Así, tras una valoración del tipo de fibrilación el médico de familia analizará los criterios de derivación o establecerá el primer tratamiento”. Por último, una vez pasada la fase hospitalaria de un ictus el médico de AP es el encargado de controlar las acciones dirigidas a la recuperación del enfermo y a que su calidad de vida sea la mejor posible.
Fuente: jano.es