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El afrontamiento de la enfermedad
11 mayo, 2012
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El afrontamiento de una enfermedad crónica es un proceso difícil, desde el inicio con el diagnóstico, como a lo largo de todo su desarrollo. Las personas afectadas, tienen que asumir que la padecen y aprender a vivir con ella.
Tras el diagnóstico de la enfermedad, aparecen muchos sentimientos como, vulnerabilidad, miedo, tristeza, preocupación por su salud y por su entorno, incertidumbre ante el futuro, impotencia,…. Otras personas sienten decepción y se autocompadecen o se enfadan consigo mismas y con las personas que la rodean y a quien quieren. Cada persona reacciona de forma diferente, por lo tanto estos sentimientos son normales y forman parte del inicio del proceso de afrontamiento.

Este proceso no tiene límites definidos de tiempo para completarlo, más aún cuando la enfermedad va produciendo cambios y en algunos casos discapacidad, a los que hay que ir adaptándose. Y tampoco tiene límites de forma, como hemos dicho antes, cada persona lo vivencia de una manera diferente, y aunque el proceso se desarrolle de la manera más positiva, gran parte de las personas afectadas sentirán que están mucho más sensible y en ocasiones con algunos signos de tristeza o preocupación, por la incertidumbre que la enfermedad genera.

Algo que facilita el proceso de afrontamiento, es conocer la enfermedad, la sintomatología física y psíquica que genera. El/la afectado/a debe conocer cada síntoma, su desarrollo y consecuencias, para poder establecer una pautas diarias de comportamiento, con el fin de valorar su estado controlando con ello las limitaciones físicas y para que la psicológicas no aumenten aquellas.

Estas limitaciones psicológicas, son producto de la no asimilación de la realidad, ya que conlleva admitir que ésta ha cambiado, por lo que hay que aprender estrategias y herramientas de afrontamiento. Para lograrlo, primero la persona tiene que saber reconocer que se están utilizando estrategias maladaptativas, algunas de ellas son:

  • Centrarse en el problema, que puede resultar útil para resolver problemas como la elección de los profesionales, del tratamiento, cumplir las indicaciones médicas, etc. Pero no es útil cuando no permite ver nada más que la enfermedad.
  • Pensamientos mágicos, pensar “que ocurra un milagro, que desaparezca de repente…” estos pensamientos no son útiles porque hacen que se pierda tiempo para poner otras soluciones adaptativas.
  • Buscar culpas, ya sean como autoatribución personal (por ejemplo, por la vida llevada), o fuera (familia, profesionales, Dios, …). La culpa genera impotencia y no permite ser activo en la búsqueda de soluciones.
  • Evitación, pensar que lo mejor es hacer como si el problema no existiera. Así tampoco se buscan soluciones.
  • Pensamientos catastrofistas, cuando se producen pensamientos erróneos sobre la enfermedad y la situación actual, de una forma continuada e intensa, éstos se convierten en automáticos y generan una distorsión de la realidad, normalmente hacia pensamientos de carácter catastrofistas como “soy un/a inútil”, “ya no soy capaz de hacer nada”,…Y se tiende a pensar que va a pasar lo peor.

Ante estos signos y la utilización de estas estrategias maladaptativas, la persona afectada debe aprender herramientas para asumir el control de su situación y volver a encontrarse a si mismo/a. Algunas de las pautas a seguir son:

  • Reconocer los sentimientos y las emociones, a veces no son fáciles de identificar, hay que conseguir prestar atención a los signos de alarma, identificar las emociones, aceptarlas como parte natural del proceso que se está viviendo. Expresarlas y pedir ayuda, hará que se sienta mejor.
  • Detenerse, cuando la emoción (tristeza, ira, autocompasión, etc.), lo invade todo, hay que detenerse, no actuar, respirar hondo y volver a concentrarse en uno/a mismo/a.
  • Enlentecer la velocidad de reacción, para darse tiempo para pensar, centrarse en uno/a mismo/a, valorar todos los aspectos de la situación y no dejarse llevar por el miedo o por otras emociones. Cada persona tiene su tiempo para tomar las decisiones adecuadas, debe respetar su propio tiempo.
  • Desempeñar un papel activo en el cuidado de la propia salud, el hecho de tener información sobre la enfermedad, hará que se entiendan mejor los síntomas, el tratamiento a seguir y las emociones que puedes experimentar, con lo que facilitará crear un estilo de vida más saludable y centrado en las propias necesidades.
  • Restructuración de la realidad, valorar la enfermedad en su situación actual, teniendo presente los estados de inestabilidad que ésta genera y que van a formar parte de la vida de la persona afectada, volviendo con ello a la normalidad, sin que interfiera gravemente en las actividades diarias.
  • Comprender las reacciones de las otras personas, sobre todo del entorno más cercano. Posiblemente también reaccionan emocionalmente ante la enfermedad.
  • Relativizar las cosas, recordar que la enfermedad sólo es una parte de su vida. Intentar mantener una rutina, actividades de ocio, relaciones sociales, etc.
  • Anticipar, poder pensar en varias posibles soluciones ante el problema o la situación que se presenta.
  • Hacer una lista de objetivos, que sean realistas, unas metas alcanzables que no generen frustración.
  • Ser flexible, ya que no hay una única manera de resolver las cosas, los demás también pueden tener ideas útiles, así se puede elegir lo que más convenga con un abanico más amplio de posibilidades.
  • Buscar apoyo, siempre que lo necesite, en familiares, amigos y profesionales.

Adaptarse a vivir con una enfermedad crónica exige esfuerzo, tiempo, apoyo, ganas de aprender y de convertirse en agente de la propia salud.

El enfrentarse a un reto tan importante, hace que la persona afectada descubra una capacidad de resistencia y adaptación que no imaginaba. Se crece como persona y se desarrolla una mayor autoconciencia y una gran fuerza interior.

Por lo tanto, adoptar un papel activo en el cuidado de la propia salud tanto física como psíquica, hace que se descubran los puntos fuertes de cada uno/a, valorar y adaptarse a los débiles, mejorando con ello la propia calidad de vida.

Reyes Valdés Pacheco.
Psicóloga de ASEM.