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Diagnóstico
El diagnóstico de la EM
25 enero, 2008
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Primer paso: la sospecha clínica

Un neurólogo avezado siempre sitúa la EM entre los posibles diagnósticos a considerar cuando un paciente de entre 20 y 50 de edad relata síntomas de afectación de cualquier parte del sistema nervioso central, como los que ya comentamos en el primer capítulo de esta guía. En edades más tempranas o tardías también debemos valorar esta posibilidad, aunque otras causas son más probables, especialmente la enfermedad cerebrovascular en pacientes mayores de 50 años.

 

El tipo de síntoma es muy importante, ya que algunos cuadros como la neuritis óptica, determinadas alteraciones de los movimientos oculares y otros son muy sugestivos de EM en el grupo de edad mencionado. También es fundamental conocer como han evolucionado estos síntomas a lo largo del tiempo: si, por ejemplo, el paciente ha sufrido alteraciones neurológicas diversas de aparición aguda (es decir, en horas o días) y posterior lenta desaparición, pensaremos en la posibilidad de una EM en brotes; pero si el paciente presenta debilidad y rigidez en miembros inferiores que avanza lenta y progresivamente, debemos valorar la posibilidad de una EM progresiva.

 

Si existe una sospecha razonable de EM, el neurólogo siempre preguntará inquisitivamente por síntomas que puedan haber ocurrido en el pasado y a los que tal vez no se dio importancia en su momento (porque nadie supo explicarlos o porque cedieron espontáneamente). Un episodio de visión borrosa en un ojo que duró unos días, o un adormecimiento de un brazo o una pierna que ocurrió hace unos años pueden dar una buena pista en una historia confusa. Además, es imprescindible realizar una exploración neurológica lo más completa posible ya que muchas veces se pueden descubrir signos de daño neurológico que el paciente no había percibido y que de nuevo nos orientarán a una enfermedad neurológica multifocal.

 

Finalmente, un interrogatorio sobre otros aparatos del organismo y una exploración general nos ayudarán a descartar otras enfermedades que puedan dar síntomas similares a la EM, en especial algunas enfermedades del tejido conectivo como el lupus, el síndrome seco o las vasculitis (o inflamación de las arterias).