Autora: Rosa Rodríguez (Pedagoga)
Se avecina el comienzo de un nuevo año escolar, y con él, los madrugones, las tareas por las tardes, las actividades extraescolares, y los pulsos entre hijos/as, madres y padres para establecer una vez más, esas normas necesarias, que serán la base que regule las actividades, tiempos libres, obligaciones, etc.
Es cierto, que los adultos no regresamos a nuestros trabajos de forma gradual, aunque desearíamos poder hacerlo, como lo hacen los más pequeños. No lo hacemos porque no es posible en la mayor parte de los trabajos, pero ellos si pueden hacerlo de forma gradual.
La escuela ofrece esta forma gradual, durante la etapa de educación infantil, es decir de los 0 a los 6 años, tanto en guarderías como en los colegios. Las guarderías en su mayoría lo ofrecen durante todo el mes de septiembre, ya que los niños y niñas se incorporan de acuerdo a las vacaciones familiares. Y en los colegios, en función a la edad, así los de tres años suelen acudir un número de horas reducido durante algunas semanas, para hacerlo en horario completo a partir de entonces. En algunos colegios, adoptan la misma medida, aunque tan solo durante una semana o dos, para cuatro y cinco años.
Y en el caso de la educación primaria, solo algunos centros ofrecen un horario reducido el primer día de clase, y en algunos hasta los tres primeros días.
En mayor o menor medida, se ofrece a los niños y niñas una incorporación progresiva en cuanto a la jornada escolar.
Debiendo ser igualmente gradual la realización de las tareas básicas del aprendizaje. Y en este punto, tanto la escuela como la familia puede colaborar de forma conjunta.
En los colegios, los primeros días se comienzan con tareas de diálogo y otras actividades lúdicas, que favorecen el encuentro entre alumnos/as, la exposición de sus vacaciones, así como su predisposición ante la realización de otras tareas. Tras estas actividades, a las que se dedica el primer, y en ocasiones el segundo día, se suceden actividades de repaso y evaluaciones iniciales que permiten conocer el nivel de partida de los alumnos/as y del grupo tras las vacaciones.
Y en progresión, nuevamente la colaboración de la familia se hace fundamental, al igual que durante todo el proceso. Y para favorecer un comienzo escalonado, las primeras semanas de septiembre se pueden potenciar actividades lúdicas que centran más la atención y les predispone para las posteriores actividades escolares. Entre estas actividades podríamos encontrar la realización de juegos como las sopas de letras, el ahorcado, juegos de cartas, las damas, el parchís, el ajedrez; actividades como el coloreado de dibujos, leer cuentos infantiles o historias cortas.
Así podemos ver, que siguen disfrutando de su tiempo libre, aunque acercándoles a ese nivel de atención y acción que requerirá su aprendizaje en la escuela.
No debemos olvidar, que el aprender no debe estar reñido con el disfrutar, siendo ésta la mejor manera de asegurar la asimilación de conocimientos.
Por ello los juegos educativos son una opción muy buena para que vayan adoptando un papel más participativo y no tan pasivo como el que en su mayoría han mantenido durante las vacaciones.