¡Y un jamón con chorreras!
Frase irónica con que se replica al que pide gollerías o cosas imposibles.
A mi juicio, se trata de una frase añadida. En un principio se diría ¿Y un jamón! Luego se le agregó lo de las chorreras, como diciendo: ¡Y un jamón con cintitas y adornos!
Según el Diccionario de la Real Academia de 1791, se llamaba chorrera a un adorno del traje de golilla del que pendía la venera. “Bajaba desde el cuello de la golilla hasta más abajo del pecho en lugar de cinta, y se componía de un lazo grande arriba, y sucesivamente de otros más pequeños hasta unirse con la venera. Así está como la chorrera se guarnecían de varias piedras preciosas”.
A mi modesto juicio, la generalización de la frase que comentamos tuvo lugar a raíz de la Revolución de 1868.
En Septiembre de dicho año, y apenas destronada Isabel II, en una de las calles más céntricas de Barcelona apareció un farol del alumbrado público plagado de inscripciones subversivas. En cada uno de sus cristales se leía, respectivamente:
¡Abajo los conventos!
¡Armas al pueblo!
¡Fuera las quintas!
¡Suprimir las iglesias!
Un ciudadano de buen humor quiso completar la petición y colgó del farol un cartel que decía:
¡Y un jamón con chorreras!
Leí esto último en el libro de F. Hernández Girbal Una vida pintoresca. Manuel Fernández y González (2ª edición, Madrid, 1931, págs. 238-39).
Fuente: El por qué de los dichos de José María Iribarren