Los avances en el tratamiento de la EM y en especial la utilización de medicamentos que están cambiando la evolución de la enfermedad han sido espectaculares en los últimos años.
Recientemente se han incorporado en distintas fases de investigación inmunomoduladores e inmunosupresores cada vez más potentes y podemos ya afirmar que ha aparecido una segunda generación de tratamientos, siendo el natalizumab (TYSABRI), el primero que se encuentra disponible de forma abierta y de la que se benefician ya cientos de pacientes en España.
En este contexto la aparición de efectos adversos era un hecho temido, pero esperado y en este entorno hay que centrar la aparición de dos nuevos casos de leucoencefalitis multifocal progresiva (LMP). Una enfermedad antigua, bien conocida por los neurólogos que se presenta en pacientes inmunodeprimidos por diferentes causas. Esta enfermedad hasta ahora era considerada incurable, ya que se produce a consecuencia de un virus (JC), que normalmente puede existir en sujetos sanos y detectarse en la sangre y en la orina, pero que al no encontrar la defensa inmunológica pertinente en el Sistema nervioso Central produce una destrucción irremediable de la mielina. Existen esperanzas que al recomponer la inmunidad esta progresiva desmielinización se detenga, y que incluso si se puede detectar precozmente en los primeros momentos la presencia del virus en el SNC, se pueda prevenir la subsiguiente destrucción de la mielina, evitando la enfermedad (LMP).
El natalizumab bloquea la entrada de los linfocitos a través de la barrera hemato-encefálica dentro del SNC y este bloqueo provoca una inmunodepresión que evita la progresión de inflamación secundaria a la EM, como consecuencia de este mismo hecho, era razonable suponer una facilitación de infecciones oportunistas a ese nivel.
La LMP es la única claramente relacionada con el tratamiento hasta este momento, pero podría haber otras. Los neurólogos que nos dedicamos al tratamiento de la EM somos conscientes de este hecho y con la ayuda de las autoridades sanitarias y del laboratorio que produce el TYSABRI hemos creado unos mecanismos de control que tratan de detectar cualquier efecto adverso. Todas las precauciones son pocas, porque no podemos prescindir de un tratamiento que ha demostrado una enorme eficacia en el control de las formas agresivas de la enfermedad. Los controles clínicos de resonancia magnética y los estudios analíticos en los que hay que incluir el estudio del liquido cefalorraquídeo (LCR), permitirán una detección rápida de posibles infecciones oportunistas dentro del SNC y probablemente si somos rápidos en detectar la presencia de posibles trasmisores de enfermedad, podremos impedir su desarrollo, al recomponer de nuevo el sistema inmunológico dentro del SNC. Existen ya datos en ese sentido tanto en otras enfermedades como el SIDA, pero también en la propia EM en pacientes tratados con natalizumab, a los que al suspendérseles el tratamiento, les desapareció la presencia del virus JC, en un caso en sangre y en otro en LCR, con lo que probablemente se les previno la aparición de una LMP.
Los enfermos y también sus familiares, deben saber que los neurólogos somos conscientes de la potencia del tratamiento y de sus posibles efectos adversos, por lo que la indicación de este producto debe seguir por ahora reservado a los casos mas agresivos y bajo un control estricto de neurólogos con experiencia y medios para seguir evolutivamente a los pacientes y evitar los afectos adversos, incluso antes de que estos aparezcan clinicamente.
Dr. Guillermo Izquierdo Ayuso
Presidente del Consejo Médico Asesor de AEDEM – COCEMFE
Jefe de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital
Universitario Virgen Macarena de Sevilla
