“Más feo que Picio”
Para ponderar la fealdad de alguien, suele decirse que es “más feo que Picio, a quien, de feo que era, le dieron la Unción con capa, por lo asustado que estaba el cura”. Esto añaden los andaluces.
Sbarbi, en su Gran Diccionario de Refranes, dice que Picio fue un zapatero, natural de Alhendín, y que vivía en Granada en la primera mitad del siglo último. Fue condenado a la última pena; hallándose en capilla recibió la noticia del indulto, y le causó tal impresión, que se quedó a poco sin pelo, cejas, ni pestañas y con la cara tan deforme y llena de tumores, que pasó a ser citado como modelo de fealdad más horrorosa.
Sbarbi habló con personas que habían conocido a Picio. Y añade que éste se retiró a la villa de Lanjarón, de donde lo expulsaron porque jamás entró a la Iglesia, por no quitarse el pañuelo con que cubría su calva. Entonces volvió a Granada, donde al poco tiempo murió.
De Andalucía procede así mismo la comparación popular: “Más feo que el sargento de Utrera”.
Otro de los prototipos de fealdad suele ser Carracuca, aunque en algunas regiones hacen de este ignorado personaje arquetipo de la longevidad, diciendo: “Es más viejo que Carracuca”.
Fuente: El por qué de los dichos de José Mª. Iribarren.